lunes, 10 de octubre de 2011

Insano II

Amándonos y odiándonos en ciertas estaciones pasamos nuestras vidas envueltos en esta pasión incontrolable y enfermiza. Y pasamos algunas noches enredados en orgías emocionales que cualquier bipolar o maniaco depresivo envidiarían. Si a alguien le dedico mi inspiración es a ellos, a mis amantes incondicionales, los que nunca me fallan, los que sí existen y dan su existencia entera por mi, los que me regalan sus formas etéreas y tácitas a cambio de ser en mi. Que si un ser humano me ha causado tal situación ¡pamplinas! Nadie más que cualquiera es quien me ha dado todo el absurdo más sublime de esta existencia.

Insano

Cuando se vive en el aire pisando tierra, de vez en cuando aparece un instante en el que abres los ojos al absurdo y lo observas (obviamente, sin encontrarle sentido). Los motivos son ciertos y todos tenemos motivos para estos momentos, nuestra memoria siempre tiene algún agujero negro, alguna imperfección que nos quita los lentes esos con que vemos las cosas de manera normal, común y corriente. Somos lo que aquellos han hecho de nosotros. Dar tu vida por ese resto que te hace y deshace no es parte del plan de ser como todos, pero desde el momento en que te angustia los errores de aquellos, que no eres tú pero que te manejan, que te hacen; dejaste de ser como ellos para darles tu vida. Te das cuenta que ese resto que muchas veces has menospreciado son los que te hacen esto que vez y que ellos ven. Lamentablemente tendrás que cargar con todos sus errores y tendrás que dar tu vida entera para buscar la manera de solucionarlos. Eres hijo y has de cargar con el peso de la culpa de aquellos, y aunque desees con todas tus fuerzas no haber llegado a ese nivel no puedes dar marcha atrás, es más, encuentras el placer más sublime y desgarrador ante esta verdad o esta mentira. De lo contrario si tratas de ser feliz, de pararte de no ser lo que necesitas corres el riesgo de ser escoria, de ser un algo tan simple, de ser tan lúcido como crees que son tus amados ideales.